Andando por la Comarca de Logrosán

Comarca de Logrosán

 Municipios del Partido de Logrosán

ÍNDICE

Abertura
Alcollarín
Alía
Berzocana
Cabañas del Castillo
Campo Lugar
Cañamero
Guadalupe
Logrosán
Madrigalejo
Navezuelas
Zorita
 

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    La comarca de Logrosán es frontera con dos provincias, al Este lo es con Toledo y al Sur con la provincia hermana de Badajoz. Con una extensión de 200.876 ha, ocupa el 10,07 por 100 del territorio de la Provincia de Cáceres. Dentro de la misma se encuentran zonas económicas y sociales importantes, destacando las Villuercas e Ibores

    La "Comarca de las Villuercas" destaca la presencia de los relieves montañosos de la Sierra de Guadalupe o Macizo de las Villuercas, el relieve es muy abrupto, dando lugar a grandes áreas de matorral junto a terrenos improductivos y repoblaciones forestales, el punto mas alto es el Pico Villuercas con 1.601 m.

    Las comarcas de las Villuercas y los Ibores combinan los grandes valles con serranías pobladas de encinas, alcornoques, robles y castaños, y extensas masas de brezos, jaras y monte bajo donde la fauna encuentra refugio. La arquitectura utiliza los materiales naturales de la zona. Casas de poca altura, con chimeneas de bellas formas, configuran el urbanismo de los Ibores, mientras que en las Villuercas aparecen construcciones de dos pisos levantadas con pizarra y madera de castaño.

    El Parque Natural de Monfragüe, conserva un ecosistema de bosque mediterráneo con una biodiversidad que favorece la reproducción de más de doscientas especies de vertebrados.

    DECRETO 76/2004, de 18 de mayo, por el que se declaran 18 nuevos árboles singulares de Extremadura., entre ellos se encuentran los siguientes:

    Lorera de la Trucha (Alía).

    Se trata de la mejor formación de Loro (Prunus lusitanica L. subsp. Iusitanica) de España. Esta especie relicta del Terciario se encuentra de manera muy dispersa por gran parte de la Península Ibérica, teniendo esta zona por tanto un elevado valor. La zona a proteger corresponde a la banda de 5 m situada a cada margen de la Garganta de la Trucha (zona de dominio público hidráulico) desde el punto 30SUJ070803, que corresponde con la desembocadura del arroyo del molino en la Garganta de la Trucha, hasta los puntos 30SUJ067799 y 30SUJ068799 situados aguas arriba del punto anterior, y que se sitúan en dos arroyos de cabecera de la Garganta de la Trucha.

    El "loro" o "árbol de las Nieblas", se encuentra en las zonas más umbrías, emparentado con los cerezos y manzanos y otras especies silvestres, no supera los 8 metros sus hojas son perennes y de color verde oscuro, por la forma de sus hojas canaliza el agua procedente de la niebla y la dirige hacia el suelo. El final de la primavera aparecen racimos de pequeñas flores blancas sobre los que más tarde se formarán los frutos.

    Villuercas-Ibores es la única zona de Extremadura y una de las pocas de la Península Ibérica que tiene bosques de "loreras", reliquias de antiguos bosques de niebla abundantes durante la Era Terciaria.

    Roble de La Nava (Berzocana).

    Este rebollo Quercus pyrenaica Willd. es otro de los mejores representantes de su especie dentro de la Península Ibérica, con un porte de gran belleza. Designación del punto de ubicación 29STJ857637. Altura total 19 m, perímetro del tronco a 1,30 m 4,55 m y diámetro máximo de copa 29 m.

    El turismo de la zona se basa en tres puntos; el Monasterio de Guadalupe, la caza, al ser la comarca una de las más importantes reservas cinegéticas del país y el espacio de Las Villuercas

    Los primeros asentamientos estables de la comarca datan del Calcolítico y el Bronce, hace unos 3.000 años. Existen restos de poblados en Cañamero y en Logrosán y vestigios como la famosa "Estela de Solana", hoy en el Museo Arqueológico Nacional. En las sierras se encuentran pinturas rupestres de tipo esquemático halladas en cuevas y abrigos rocosos de los farallones cuarcíticos. De la época celtas habitaron la zona, dejando restos materiales, como por ejemplo los torques de Berzocana, del siglo VIII a. C. o los castros de Cañamero. En Logrosán, histórico lugar minero, también se han encontrado restos de un poblado prerromano en el Cerro de San Cristóbal.

   En Berzocana fueron encontrados los cuerpos de San Fulgencio y Santa Florentina, hermanos de San Isidoro de Sevilla y de San Leandro,  que vivieron en el siglo VII.

    En el siglo VIII los árabes ocuparon la comarca, posiblemente tribus bereberes. Herencia suya son algunos topónimos como alía ("la Alta"), Guadalupe ("el Río del Lobo") y otros.

   Al comenzar la Reconquista de la actual provincia de Cáceres los musulmanes refuerzan la margen izquierda del Tajo, entre los castillos defensores de la primera línea al sur del Tajo, se encuentran: Alcántara, Alconétar, Montánchez y Trujillo. En Villuercas destaca la fortaleza de Cabañas del Castillo, primero islámica y luego cristiana, en ruinas y el de Logrosán, desaparecido. La reconquista de esta zona correspondió a Castilla, finalizándose en el siglo XIII y pasando la comarca a la jurisdicción de la Orden de Alcántara.

    A partir del siglo XIV se inicia el auge de la comarca, con la construcción del santuario de Guadalupe por orden de Alfonso XI para conmemorar la victoria en la Batalla del Salado (1340). Anteriormente existió culto en este lugar desde 1327, venerándose la imagen de la Virgen encontrada por Gil Cordero, y había sido fundada la Puebla de Santa María de Guadalupe en 1337 bajo la jurisdicción del Monasterio.

    En 1389 pasa el Monasterio a la Orden Jerónima donado por Enrique III, quienes lo regentaron hasta la Desamortización de 1835. Los Jerónimos hicieron de él el Monasterio más célebre de la Cristiandad. Durante la Edad Media fue el primer centro mariano de la Península, cuidándose calzadas medievales y puentes para la llegada de los peregrinos. Fue protegido por los reyes, siendo allí enterrados Enrique IV y su madre y recibiendo la visita de los Reyes Católicos en ocho ocasiones. De Guadalupe salieron los cálices para los nuevos templos de la conquista de Granada, ayudando el Monasterio económicamente a Isabel y Fernando en dicha campaña. Tras la reconquista le concedió Isabel nuevos privilegios. Cristóbal Colón visitó aquí a los monarcas para que le fueran facilitadas las carabelas para su empresa y tras el Descubrimiento en 1492 volvió al Monasterio como romero en acción de gracias, bautizando con el nombre de Guadalupe a una de las islas de las Pequeñas Antillas. Otros visitantes célebres fueron: Cervantes, Juan de Austria, Gonzalo Fernández de Córdoba (El Gran Capitán), Felipe II, Felipe III, Hernán Cortés, Francisco de Pizarro, etc.

    Guadalupe alcanzó su máximo esplendor durante los siglos XIV al XVII, decayendo luego su prestigio en parte por la construcción del Monasterio de El Escorial, que por su proximidad a la corte hizo desplazarse su tradición real como lugar de recreo.

    En 1908 se hace cargo de él la Orden Franciscana, que lo restaura tras los destrozos ocasionados por la Invasión Francesa y setenta y tres años de saqueo y abandono.

    En el resto de la comarca es digno de mención Logrosán, núcleo minero hoy ya en decadencia, pero que vivió momentos de auge, como puede apreciarse en sus casas solariegas del XV y XVI. Entre sus monumentos destacan la Iglesia de San Mateo (siglos XIII a XIV) y la ermita de Nuestra Señora del Consuelo, aparte de los abundantes restos arqueológicos que se encuentran en el Cerro de San Cristóbal.

    En la Edad Media las cañadas y los pastos de los ganaderos trashumantes fueron protegidos por la Mesta. Uno de los grandes propietarios de cabañas ganaderas fue el Monasterio de Guadalupe, que superó las 30.000 cabezas de ganado.

    En el siglo XIX se acentuó el latifundismo con la Desamortización. Los problemas sociales y económicos se agravaron. Quedó la zona cada vez menos poblada, aislada, sin industria, sin comercio y sin apenas tránsito. El único núcleo con vierta vitalidad fue Guadalupe por la atracción turística de su Monasterio.

    Se reconoce con carácter provisional la Denominación de Origen de Miel «Villuercas-Ibores», para la miel designada tradicionalmente bajo esta denominación geográfica, producida en el sureste de la provincia de Cáceres, ocupando las comarcas de las Villuercas, del río Ibor y de parte de los Montes de Toledo, cuyos límites precisos quedaran delimitados en el correspondiente Reglamento.

   La antigüedad de la apicultura de esta zona se remonta a la existencia de la rica flora en las Villuercas y en el valle del río Ibor. Los primeros datos referentes a la implantación de la apicultura en la zona, es la repoblación que se realizó en 1086, reinando Alfonso VI, con gente de Talavera de la Reina, que se asentaron aquí para aprovechar con ganado y "colocar posadas de colmenas" en aquellas zonas que los sarracenos hubieron de abandonar en retirada.

    En España solamente existen tres denominaciones de origen que certifican la calidad de la miel, contando, como es lógico con la Denominación de Origen Miel Villuercas Ibores.

    La calidad de la miel se basa en la orografía, la climatología, el tipo de suelo, agua y una flora que varia desde bosques de castaños, perfumadas matas, robles, encinas y alcornoques, hasta matorral en las zonas de suelo pobre y pizarroso, con abundantes corrientes de agua.

   La miel la producen las abejas melíferas a partir del néctar de las flores o de las secreciones procedentes de las partes vivas de las plantas o que se encuentran sobre ellas, que las abejas liban, transforman, combinan con sustancias propias y almacenan y dejan madurar en los panales de la colmena.

    Las mieles de Villuercas Ibores, proceden del alcornoque, argamulas, brezos, cantuesos, carquesas, castaños, encinas, espino albar; gamones, jaguarzo, jaras, querihuelas, quirolas, lentiscos, madroños, melera, olivillo, orégano, retamas, robles, sauces, torviscas, zarzamoras y otras plantas espontáneas y cultivadas en esta tierra.

   Las características de la miel varían en aroma y sabor según los parajes donde ésta se recolecta. Dos son los tipos de mieles que se producen en la zona, monofloral y multifloral, que se envasan bajo la contra etiqueta de la Denominación de Origen.

    La miel monofloral de retama es una miel de color ámbar oscuro con tonos rojizos, de aroma suave, dulce, agradable y penetrante y un olor específico y muy aromático. La miel de bosque, castaño, roble y encina son mieles de color rojizo oscuro, llegando al negro con reflejos verdosos, son mieles aromáticas y con un ligero toque amargo.

    La miel multifloral, también conocida como "mil flores" crucíferas, leguminosas, borragináceas, umbelíferas, posee un olor floral de intensidad variada. Su sabor es floral y de persistencia variable y color ámbar del claro al oscuro.

    La miel con Denominación de Origen Villuercas Ibores procede exclusivamente de las colmenas censadas en el Registro de Explotaciones de la Denominación de Origen, no pudiéndose desplazar fuera del ámbito geográfico delimitado por el Consejo Regulador.

    El proceso natural de la producción de la miel, es en síntesis, el siguiente. Las abejas succionan del néctar de las flores, eliminan el agua y transforman los azúcares en miel, usando para ello sus propias enzimas y aminoacidos. Dichas enzimas son las encargadas de transformar la sacarosa, contenida en la miel, en glucosa y fructosa, incluyendo además pequeñas cantidades de sacarosa, maltosa, enzimas, ácidos orgánicos, minerales, aminoácidos, pigmentos, proteínas y partículas ácidas.

   Se recolecta en junio cuando acaba el período de floración. Una vez en la fábrica, los apicultores clasifican la miel según su color y sabor. A continuación se deposita en bidones, se licua para poder filtrarla y posteriormente envasada de forma artesanal.

    El azúcar representa el 80% de los componentes totales de la miel; la principal es la sacarosa, la cual se hidroliza y combina para dar un amplio espectro de azúcares, en especial fructosa y glucosa, lo que convierte a la miel en una buena fuente de energía, rápidamente aprovechable, ya que son azúcares que se absorben directamente por el organismo. La media de agua contenida en la miel es de un 1 6,5%. Debido a su alta concentración en azúcares, la miel tiene gran tendencia a captar agua.

    El resto de los componentes de la miel son: Proteínas, aunque en baja cantidad. Sales minerales, cuya proporción varía según el origen floral y geográfico de la miel (cuanto más oscura mayor contenido). Vitaminas B y C; y en mayor cantidad vitaminas A, D y K. Aromas, que son sustancias volátiles con características químicas muy variables, y que están en muy poca cantidad. Tambien se encuetran ácidos orgánicos, que dan el carácter ácido a la miel y le confieren parte de las propiedades antisépticas que tiene y un producto curioso, inhibina, un factor antibiótico que inhibe el crecimiento de las bacterias.

    Las abejas son ciegas para el color rojo no así para los colores ultravioletas, invisibles para el ojo humano. Muchas flores reflejan los colores ultravioletas, ayudando a las abejas a encontrar el alimento.

    La zona de producción del queso Ibores se encuentra localizada en las comarcas cacereñas de Los Ibores, Las Villuercas, La Jara y Trujillo. Esta comarca se corresponde geográficamente a la prolongación de los Montes de Toledo, que divide las cuencas del Tajo y Guadiana.

   Presenta uno de los paisajes naturales mas atractivos de Extremadura, compuesto por serranías con cumbres de 1600 metros y angostos valles. Los principales cauces fluviales esta compuestos por los ríos Almonte e Ibor, afluentes del Tajo, y el Guadarranque y Ruecas, que confluyen en el Guadiana.

   La orografía de la comarca cuenta con suelos con poca profundidad y y no muy fértiles. Son el dominio de los bosques de alcornoques y encinas, junto con jarales, el resto, en los valles, son las tierras cultivadas. El régimen pluviométrico permite el desarrollo de los pastos naturales. Estas características hacen que el terreno sea apropiado para el aprovechamiento caprino.

    La cabaña caprina es autóctona y adaptada al entorno natural. Su leche se aprovecha para la fabricación de los quesos de la D.O. Su producción lechera, se ve afectada por los pastos disponibles, que disminuyen a partir del mes de junio por efecto del calor y por el inicio de la gestación.

   La base fundamental del queso es la leche pura y cruda de cabra, si bien existen quesos de leche pasterizada y mezcla, con la que se elabora de manera artesanal estos riquísimos quesos, su maduración es de al menos dos meses. En la actualidad se están introduciendo moderna tecnología quesera moderna, principalmente en el ordeño, conservación y elaboración. El Queso Ibores con Denominación de Origen cuyo olor y sabor evoca un conjunto de sensaciones formadas por el conjunto de sierras y monte bajo, al que se añade el de las jaras, brezo, tomillo y matorral.

    La leche con destino a la elaboración del Queso Ibores debe proceder de cabras serranas, veratas o retintas y estar producida en los rebaños inscritos en la Denominación de Origen en la zona establecida.

    Como garantía, el Consejo Regulador proporciona a los productores amparados una contraetiqueta numerada con el logotipo "Queso Ibores

 

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